Regresaron a sus respectivos lugares, él en su cama caliente, ella en el cuarto de las sirvientas. ¿Qué pasaría ahora? Yi Seon tenía el destino de Beka en sus manos. Pasaron varios días, seguían todas las actividades de rutina, guardias nocturnas, paseos por el jardín, las reuniones con el maestro, tardes de lectura, asamblea de ministros, en todas, Beka junto al resto de la corte lo seguían. Una tarde, el príncipe salió de su habitación, le dijo al eunuco que lo acompañara, se dirigió al grupo de damas que en un fila esperaban con una reverencia su orden:
-Tú, Beka, acómpañame- dijo con voz altiva delante de todos.
Partieron el príncipe, el eunuco y Beka con dirección al estanque.
-Retírate por favor, tengo una reunión privada con el maestro - dijo el príncipe al eunuco- pero tú Beka quédate, te necesitaré más adelante.
Mientras el eunuco Taeyang se perdía por los verdes caminos del palacio, Beka fue la primera en hablar:
-Disculpe su majestad, no he podido venir por las noches
-Te he esperado como un tonto todos estos días ¿te has burlado de mi?
-No, no para nada su majestad… he estado muy asustada porque tengo miedo de escaparme y ser arrestada por algún guardia mientras camino al estanque.
- No pasará nada, lo tengo todo controlado- esta vez cambió de nuevo su tono de voz y tenía un gesto amable- podemos aprovechar ahora ¿nos sentamos? pediría un poco de té pero sería muy sospechoso, sé que por ahora nadie pasará por aquí.
Yi Seon preguntó por los portales y las sensaciones físicas que ella posiblemente había experimentado mientras caía por el agujero, preguntó mil cosas sobre el universo de Beka. Ella le habló de los aviones y automóviles, el internet, los teléfonos y la televisión, los avances en los derechos humanos, la cultura y la igualdad entre los hombres y mujeres, parecía mentira que esto era lo que más le costaba creer. Al parecer, aún y cuando en el universo del príncipe cursaba la época tardía de la dinastía Joseon (1.700-1.900) no todo transcurría de la misma manera como ocurrió ese tiempo en el mundo de ella, se repetían nombres, batallas y algunos hechos, pero no era tan exacto como para predecir muertes, enfermedades o para que ella pudiera adivinar el destino de esta familia real. Lo de la batalla de los manchúes fue una milagrosa excepción.
Les dieron las 7:00 de la noche, el príncipe había desaparecido por más de 4 horas:
-El eunuco Taeyang debe estar por llegar, ya es hora de irnos.
-Claro su majestad.
-Te espero esta misma noche a las 12:00 de la media noche. Tengo mil preguntas más.
-¿Está seguro que todo estará bien?
-Te lo garantizo- dijo con una tenue sonrisa mientras fijaba sus ojos en los de ella, la chica que mira a su majestad a los ojos.
-Si algo puedo asegurarle es que los atardeceres son hermosos en los dos universos, parece mentira que hace unos meses atrás vi ponerse el sol en este mismo lugar en el año 2019- se le escapó un suspiro- él, como pocas veces, sintió compasión.
-Sí, es hermoso, desde ahora no lo daré por sentado, si el sol se oculta en ambos mundos es porque es muy importante para la creación, creas en lo que creas.
Beka se marchó primero, tomando con ambas manos la falda del hanbok, mientras se perdía su silueta en los anaranjados rayos de sol.
Esa misma noche se encontraron, el príncipe llevó bocadillos que guardó de la cena.
-¿Tienes hambre? sé que no comes como yo por eso…
.-Gracias- dijo Beka arrancando el manjar de sus manos
-Jaja aunque lo intentes esconder, se nota que no estás acostumbrada a tratar con la realeza.
- No realmente no, ¿será que puedo tratarte diferente? llamarte por tu nombre y …
- Puedes hablarme de forma informal pero nadie puede mencionar mi nombre, con tan solo un pequeño descuido delante de los demás y tendría que decapitarte.
- Está bien su majestad.
Estaban sentados en el suelo, tratando de calmar sus risas, de cualquier comentario hacían un chiste, que diferente se sentía hablar con esta chica de las estrellas, tan suelta, tan libre, sus palabras olían a sinceridad, sus ojos parecían haber visto realmente todo lo que decía.
Transcurrieron los días. Se había vuelto una rutina encontrarse a las 12 en el estanque de loto favorito del príncipe. Parecían inagotables sus preguntas e interrogantes, por momentos ambos se acostaban en el suelo para sentir más de cerca el calor del suelo de madera, perdían su mirada entre las pinturas y dragones en el techo, mientras hablaban de Newton, Eisntein, Platón y Tesla; la física cuántica y la ingeniería inversa. Los ojos de Yi Seon brillaron de emoción cuando Beka le narró el viaje a la luna, la huellas marcadas de Neil Armstrong y la bandera estadounidense que aún ondea allá afuera. Las videollamadas, mensajería instantánea, redes sociales; era demasiada información para procesar, parecía tan fantástico y maravilloso como una historia de ciencia ficción difícil de creer, contada por una chica mestiza, de piel morena, cabello negro a trenzas y que no dejaba de sonreír mientras explicaba su universo.
Se acercaba el día de celebración de la caza anual, en la que participaban el príncipe heredero, Suk, otros miembros de la familia real y aristócratas adiestrados en esta disciplina. Para la reina era el momento perfecto para contratar a un experto lanzador de flechas y así asesinar al príncipe o al menos inhabilitarlo por un largo rato y así avanzar en sus planes. Ya era evidente que Beka y Eun Yeong no estaban brindando la información suficiente.
-Es muy sospechoso que no hayan aportado alguna noticia de utilidad para mí sobre el príncipe ¿Cómo es que no se dan cuenta cuando escapa? ¿Entran mujeres a su habitación? sería ideal saber si tiene un bastardo.
-Lo sentimos su majestad- manifestaron las dos al unísono mientras estaban arrodilladas en el suelo con una reverencia.
-Esta vez debo saber cuantos guardias lo acompañaran y cuantos cazadores, además de las coordenadas exactas de toda el área.
Beka sintió una gran punzada en el pecho, esta vez era imposible no dar información, ¿Qué hacer para que Eun Yeong no revelara lo solicitado por la reina?
Se marcharon a sus habitaciones, ya pronto serían las 12, mientras Beka se escabullía por entre entre las puertas del aposento de las damas de la corte, notó que alguien se había adelantado, en vez de continuar su camino hasta el estanque decidió perseguir la sombra de la mujer que se había adelantado en salir a escondidas de la habitación, se olvido de la hora y la espera del príncipe y la siguió. En un pasaje de entre las estructuras de la parte Sur del palacio se fundían en un beso Eun Yeong y Suk. Los enamorados escucharon unos pasos. Se separaron rápidamente y fueron en busca del causante del ruido. Terminaron Beka, Eun Yeong y Suk mirándose frente a frente:
.- Te lo suplico Beka, la reina no puede enterarse de esto- suplicó Eun Yeong aterrorizada.
- Ni la reina, ni nadie en todo Joseon- respondió Beka
- Sería mi condena a muerte y Suk sería castigado…
- No se preocupen- interrumpió Beka- creo que estamos del mismo lado- no trabajo para la reina y nunca le daré información que perjudique al príncipe.
-Gracias - dijo Suk con una reverencia - te encargo nuestro bienestar- es mejor que regresen las dos a la habitación, hemos causado mucho ruido.
Partieron las damas de vuelta mientras Suk salía del castillo, parecía que tal como en los dramas que tanto vio Beka, existían las conspiraciones y amores imposibles, como cuando un miembro de la familia real se pierde entre las faldas del uniforme de una simple sirvienta.
Entre tanto, el príncipe esperaba mirando a las estrellas, jugando con la hojas del lago, esta noche había preparado un té para compartirlo, olvidando las formalidades y el estatus, Beka no era una dama de la corte, era una viajera de universos avanzada en el tiempo que había llegado a darle respuesta a todas las inquietudes de su mente y corazón. Pasaron dos horas de espera, era evidente que Beka no llegaría ¿la habrían encontrado los guardias? sintió por momentos temor por su seguridad, decidió regresar a su habitación, no sin antes pasar por las residencias de las damas de la corte, todo estaba tranquilo y apacible, no parecía haber revuelo por que alguien se hubiese escapado; tal vez Beka olvido el encuentro, quizás se había tornado aburrido hablar sobre su mundo. Regresó a su cálido recinto, con sus finas almohadas y sábanas de seda, al roce del suelo. Esa madrugada no pudo dormir, era la primera vez en casi dos meses que cerraba los ojos sin escuchar el cuento de las estrellas de buenas noches.
Amaneció, el palacio se encontraba revuelto, preparativos, invitados, festines. La reina mandó a llamar a sus supuestas espías, éstas decidieron otorgarle respuestas muy vagas e inexactas, la monarca no estaba contenta, los datos no eran suficientes para llevar a cabo su plan.
El príncipe heredero salió con su traje especial de caza, esta vez resaltaba en su rostro una cinta negra alrededor de su frente que mostraba que se trataba de un traje especial para cazar y lanzar del arco, aunque había rasgos de cansancio en su mirada por su desvelo, no había duda que le emocionaba realizar una de sus actividades favoritas. Al cruzar la puerta de papel de arroz miró hacía ambos lados, tres damas de la corte en cada extremo, pero no estaba ella, la chica que no asistió la noche anterior a su encuentro.
¿Dónde está Beka? - preguntó el príncipe casi susurrando al eunuco.
Salió muy temprano en la mañana junto a Eun Yeong, parecía que iban en dirección a la habitación de la reina.
¿Y si todo era mentira? ¿Si se trataba realmente de una espía de la reina que se había inventado un aparato mágico para distraerlo y obtener información? Tal vez no había valido la pena todo lo que abogó por ella ante el rey para que no fuese encarcelada, ni la excusa poco creíble que se inventaron para que la corte la dejara en paz y viviera en el palacio.
Regresaba Beka, apurando los pasos, se incorporo a la fila de las damas que acompañarían al príncipe todo el día, subió la mirada, y se encontró con la figura de un atractivo hombre con pantalón blanco y túnica de guerrero negra, con su equipo de arco y flechas a la espalda, y una cinta negra que enmarcaba sus cálidos ojos negros. La miró fijamente entre enojado y al mismo tiempo feliz de verla y comprobar que nada le había pasado. Inició su marcha lenta a caballo, mientras los guardias y servidumbre le seguían en procesión. Llegaron al centro del palacio, en el que el rey pronunciaría un discurso y daría inicio a la competencia de caza anual. Los competidores debían subir al monte Aisam que se encontraba detrás del palacio, para cazar lobos o jabalíes. El rey dió inicio a la cacería y partieron los concursantes con su comitiva. Las damas se quedaban en el medio de la plaza esperando por cada uno de sus amos. Había pasado alrededor de media hora, cuando Beka notó que Eun Yeong no se encontraba a su lado, la vió venir desde lejos.
-Beka, Beka, debemos hacer algo- dijo Eun Yeong a voz baja tomándola del brazo.
-¿Qué sucede? ¿Dónde estabas?
- De nada valió la información falsa que le dimo a la reina, hay un asesino camuflado entre los guardias y comitivas con la orden de matar a su majestad el príncipe.
-Tenemos que advertirle- sentenció Beka.
No lo dudo ni un segundo, nuevamente se escapó de la vista de los guardias y siguió el camino que sabía habían tomado los concursantes. Corría entre los árboles, a lo lejos se escuchaba el relinchar de los caballos y las voces de los competidores ¿Cómo haría para encontrarlo? ¿Cómo haría para salvar a su compañero de historias en las madrugadas frías de Joseon? Pudo divisar a Suk, él podría ayudarle, decidió acercarse a él, corría a toda prisa. Los competidores se habían bajado de sus caballos, iban todos tras la preciada presa, cuando ya se acercaba a Suk, escuchó la voz del príncipe, se dio la vuelta y corrió a mil por hora para llegar hasta él, sobrepasó todos los obstáculos, plantas de enredaderas, lodo y los guardias que no entendían que hacía una dama de la corte allí:
-¡Su majestad!- gritó cuando ya casi lo alcanzaba.
-Beka ¿Qué haces aquí?
Beka con un sexto sentido miró a la derecha, flotaba veloz una flecha que había sido lanzada para asesinar a Yi Seon, ella logró alcanzarlo, lo alejó de la flecha con punta negra que se dirigía a su corazón:
-¡Cuidado! - grito desesperadamente Beka
La punta envenenada de la flecha alcanzó el hombro de su majestad, que cayó al instante a los pies de Beka.
-Su majestad ¿se encuentra bien?- Auxilio, el príncipe necesita ayuda.
Yi Seon cerró los ojos.
Lo llevaron rápidamente a la habitación y llamaron de urgencia al médico real, quién confirmó que se trataba de una flecha cuya punta portaba un veneno mortal, preparó unos brebajes que sirven de antídoto, esperando que el príncipe reaccionara bien.
El rey pasó la noche al lado de su primogénito, mientras toda la corte en vela esperaba afuera, también asistió la reina a acompañar a su esposo, para disimular el gozo y satisfacción de ver que su plan había funcionado, muy a pesar de la ineficiencia de sus espías. El eunuco principal del rey insistió en que era hora de regresar a sus aposentos y dejar al príncipe descansar solo mientras esperaban que despertara para el día siguiente.
Si tan sólo le hubiese advertido antes, si hubiese corrido más rápido- se lamentaba Beka a las afueras de la habitación. Salieron el rey y la reina. Beka se moría de ganas de verlo, de contarle quizás algún detalle o invento de su mundo en el 2019 que había olvidado, tal vez ese interés maravilloso del príncipe en esos temas lo haría despertar.
Una vez más escapó, se fue a la cocina e inventó una especie de medicina artesanal. Llegó a la s puertas de la habitación y le avisó al eunuco que llevaba una crema con hierbas que debía colocar en la herida. Finalmente entró y pudo estar por primera vez dentro de la habitación del rey; techos altos, muros decorados, libros, tinta y flores junto a la figura del joven que hace horas alumbraba la mañana con su traje negro, pero ahora yacía pálido e inmóvil. Siguió con la historia que había inventado, y para su suerte el eunuco Taeyang salió de la habitación por unos momentos.
Se arrodilló junto a él, sentía unas ganas enormes de abrazarlo, pero era muy arriesgado, tocó su cabello y acarició suavemente su frente.
-Resiste Yi Seon, aún tengo cosas que contarte.
Tenía tantas ganas de verlo despierto y observar su ojos vivos al preguntar sobre el otro mundo, de verlo sonreír y quitarse la careta de hombre rudo; Beka no pudo resistirse más, se acercó a su cara, tocó su mejilla y su labio superior, para luego darle un dulce, suave y cortito beso en sus labios pálidos de príncipe heredero de Joseon. No había duda, esa mañana las flechas del príncipe habían finalmente alcanzado su corazón.
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