Hace algún tiempo participé en un concurso de cuentos en los que debía describir la ciudad de Santiago en 100 palabras. Así te veo Santiago, desde afuera y desde adentro. Los cuentos no fueron seleccionados, no sé incluso si alguien en realidad los leyó. Siento que sería bonito dejarlos salir, que las letras vivan al menos a través de algún lector incauto que pase por aquí.
Colores.
Aún dormía. Descansaban sus blancas faldas al pie de la ciudad. Sabía que, al pasar la neblina, podría ver nuevamente a todos sus hijos. Mismas casas. Mismos apellidos.
Este verano fue diferente, finalmente apareció la resplandeciente luz del sol santiaguino, mostrando nuevos destellos. Azul con olor a mar caribe, verde espeso de la selva amazónica, rojo sangre de los pueblos que aún libran su batalla. - ¡Qué hermoso despertar! - Exclamó - No me equivoqué al crecer en esta nueva Extremadura. ¿Dónde? si no en mi ciudad, se podían juntar todas estas gentes para mezclar sus vidas con la mía.
Una noche en Santiago Centro.
Miró por la ventana, y entre miles de edificios del núcleo de la ciudad, por una pequeña esquina, se dejaba ver una noche estrellada. Se colaba una brisa fría, de esas que se mueven por medio de la selva de cemento, ese frío que te envuelve sólo allí, en el centro. Ella, con unas ganas de regresar. Pero, se levantó la cortina, pudo ver más claramente el cielo de esa noche y pensó "Que insistente eres, cada vez que pienso en huir me regalas la vista de la noche más bella, y simplemente ya no puedo pensar en irme jamás".
El Viajero.
Bajó de su nave y marchó camino al río mágico. “Una corriente de agua ancestral atraviesa las raíces de la ciudad, Mapocho le dicen, toma de ella, eso te salvará” dijo el curandero.
Se acercó y preguntó al río si podía tomar su agua - “Claro, amigo viajero, ven y refleja tu rostro en mis aguas para ser de nuevo feliz, pues los habitantes me han olvidado”. - “¿Cómo es posible Río? - preguntó. “No me recuerdan, caminan sobre mí, a través de grandes puentes, sin voltear a verme. Pero yo los amo tanto, que les calmaré la sed por siempre”.
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